El pasado Viernes 9 de Febrero, tuvo lugar la conferencia a cargo de D. José María Castillo, que llevaba por título: "La muerte de Jesús: El hecho histórico y sus interpretaciones teológicas" organizada por
El salón de las Madres agustinas quedó pequeño.
D. José María Castillo comenzó diciendo la dificultad que tiene este tema a la hora de hablar con rigurosidad, fidelidad y seriedad.
Hizo una introducción dando un paseo por todo el Antiguo Testamento y cómo concebían los hombres de aquellos tiempos el sufrimiento, el dolor y la muerte; el concepto religioso de todo ello, tanto para los pueblos que rodeaban Israel, como para el propio pueblo, quien ofrecía a Dios sacrificios de animales, hasta el punto que podemos llegar a entender que se nos presenta una imagen de Dios violento en
En la exposición de su tema, primeramente dio una explicación de la muerte en sentido histórico indicando que el sentido teológico vino, evidentemente, después.
Habló de las responsabilidades en la muerte tanto políticas como religiosas del momento, de la importancia del Jesús libre para actuar en la vida. Como consecuencia de esto, ambos poderes tuvieron que ver en la muerte de Jesús y una muerte de cruz, al estilo de los romanos: entre los viles y marginados de la época. “Lo más grave de la cruz no es el sufrimiento físico, sino la descalificación social, y una maldición divina”.
De la interpretación teológica, podemos sacar tres aspectos que citó:
Teología del sacrificio del Antiguo Testamento. Explicando lo que significa esto en su momento
Teología de la expiación. La muerte de Jesús fue un sacrificio para expiar con su muerte a todos los hombres, para así salvarlos y redimirlos.
Teología de la satisfacción. A través del pecado el hombre ofende a Dios. Hace falta por tanto una reparación o satisfacción directamente proporcional al daño ocasionado.
Pasó a dar unas conclusiones aludiendo que lo primero en el mensaje del Reino es la vida “Una religión que no promueve todo esto no es la religión de Jesús. Jesús no se metió con los romanos, pero sí se metió en política. Quien toma esto en serio, está condenado al sufrimiento, a la persecución e incluso a la muerte”.
Finalizó diciendo que hemos transformado el significado de la cruz, lo que para los discípulos fue un fracaso, hoy lo hemos convertido en objeto de devoción, de piedad, pertenencia a un grupo y, a veces, en objeto de poder o de arte.
Como era de esperar, se produjo un diálogo rico entre el auditorio y el ponente.
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