Dejarse abrasar por el fuego del Espíritu
Llega otro Pentecostés y con él otro cumpleaños de vida en el Espíritu.
Ha pasado ya un año más y nuestra Iglesia diocesana quiere seguir caminando en la luz del Espíritu hacia el Cielo Nuevo y la Tierra Nueva que construimos cada día aquellos que la componemos.
Dejarse abrasar por el fuego del Espíritu es duro, supone un ejercicio importante que no siempre queremos hacer.
La quemadura normalmente duele, a nadie nos gusta, el dolor que provoca no es gustoso precisamente, pero regenera la piel.
“Espíritu, abre una grieta,
en mi alma dormida
transfórmala en nueva
Espíritu, del Dios de la vida
en mi alma dormida
transfórmala en nueva
Espíritu, del Dios de la vida
Espíritu,
enciende una hoguera
para cada silla
que impide mi entrega
Espíritu,
que te sienta muy cerca”
El sábado celebraremos juntos la vigilia, la espera de tu llegada, Espíritu de Dios. Nos reuniremos de nuevo expectantes e ilusionados por ver qué es lo que este año que empieza nos traerá. Sabemos que sin ti haríamos otra cosa diferente para lo que hemos nacido como Iglesia, que daríamos más de nosotros y no contigo, que llevaríamos nosotros el timón. Sabemos mucho, por eso necesitamos más dejarnos abrasar por tu fuego, el que purifica y hace que salga todo con más fuerza.
Bienvenido seas, Espíritu de verdad, de sabiduría, de discernimiento. Te necesitamos para ser uno y no muchos. Te necesitamos para seguir construyendo. Ojalá sigas sintiéndote bien entre nosotros. Ojalá seamos capaces de dejarnos abrasar por lo que traes y no sólo nos sintamos renovados, sino fuertes para renovarlo todo.
Bienvenido seas, Espíritu de verdad, de sabiduría, de discernimiento. Te necesitamos para ser uno y no muchos. Te necesitamos para seguir construyendo. Ojalá sigas sintiéndote bien entre nosotros. Ojalá seamos capaces de dejarnos abrasar por lo que traes y no sólo nos sintamos renovados, sino fuertes para renovarlo todo.
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