8 de septiembre de 2007

¡Otra María, por favor!

¡Para enterarnosndanos otra María, por favor!

Mi amigo Migueli, hace tiempo sacó una coplita en la que le pedía al Señor que nos mandase otra María, para enterarnos de qué va la película del Señor. Mujeres encarnadas y dando respuestas a las circunstancias de la vida, gente inquieta y feliz, de las que dan sentido a todo lo que les rodea.

Nos han pintado a través de los siglos unas Marías llorosas, resignadas, calladas, madres con la mirada triste, como si no tuviese vecinas, ni aconteciesen cosas a las que ella no tuviese que dar respuesta… creo que un poco lejos de lo que nos pinta el texto de Lucas en su Magníficat en el que no presenta a una mujer sumisa precisamente, sino a una mujer consciente, luchadora, capaz de ver un horizonte mayor, y con fuerza…. Proclama la grandeza de Dios, que no se desdice nunca y que siempre está atento a las necesidades de la humanidad.

Como mujer que soy, no puedo menos que agradecer a tantas mujeres emprendedoras en éste último siglo de cambios que yo estoy disfrutando. Desde la mujer creyente que soy, hoy tengo que acercarme a María, la mujer de Nazaret, capaz de reconocer que Dios tiene un plan desde la eternidad, una mujer consciente que el reino de Dios ha de darse desde lo que somos y lo que nos han regalado; una mujer que siente su presencia y por eso canta con su alma, que está llena de Espíritu (en aquel momento concreto era impensable) y es que sólo los que se llenan de Espíritu son capaces de generar cantos como ese de agradecimiento por las cosas que Dios puede hacer a través de ellos y no toman como mérito propio aquello que realizan.

María, la libre, la que confía en la palabra que se le presenta, la que estaba esperando,como tantas, la venida del Mesías que cambiase la vida en muchos. Sencilla, normal, de una aldea de su época, es capaz de contestar a todo un Dios. La clave: libertad de Espíritu que nace desde un encuentro con Dios que totaliza su vida. Un sí que a cada una de nosotras también se nos presenta en la cotidianidad, como a cualquier persona que quiera comprometerse en la construcción del Reino de Dios y su justicia. Un sí que puede cambiar la historia de nuestros pueblos y parroquias, la de nuestros hijos y nuestros hogares. Un sí enfundado en la esperanza de que Dios sigue siendo el mismo que conecta hoy igual que siempre. Un sí que pueda cambiar las estructuras desde el trabajo constante, desde el amor, desde re-descubrir la palabra de Dios.

Sí, hoy se necesitan muchas Marías preñadas de Espíritu y vida, capaces de seguir gestando y engendrando buenas nuevas para los hombres y mujeres de hoy, con los adolescentes que se enfrentan despistados a la vida que les deslumbra y les inquieta, los niños, en la oración, en el trabajo, en nuestra Iglesia. Mujeres con la frescura en sus ojos, que saben mirar más allá de lo que ven, luchadoras (como tantas) contra las injusticias sociales que se comenten, que como María saben decir que Dios destrona a los poderosos y enaltece a los humildes, que se enfrentan como las madres de mayo. Mujeres que siguen con claridad vislumbrando caminos.

La Iglesia hoy celebra el nacimiento de la Virgen, es justo que hagamos una paradita para contemplar (algo más que mirar) a esta mujer que ha cambiado la historia de la humanidad, que ha supuesto para muchos de nosotros un cambio en nuestras vidas. Se ha hablado mucho del sí de María y la verdad, creo que aún ha de hablarse más.

Para enterarnos, mándanos, Señor, otras Marías, por favor.

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