COMUNICADO DE LA XII ASAMBLEA GENERAL DE LA HOAC
Bajo el lema “Para evangelizar el mundo obrero y del trabajo, humanicemos la cultura”, nos hemos reunido más de 800 militantes para orar, reflexionar, dialogar y tomar decisiones sobre nuestra tarea y misión en los próximos años, teniendo en cuenta la situación actual del mundo obrero y del trabajo, de nuestra sociedad y de nuestra Iglesia.
Nos acompañaron los Obispos D. Atilano Rodríguez, Consiliario de la Acción Católica Española, D. Antonio Algora, Responsable de la Pastoral Obrera Española, D. Antonio Cerro, de Coria Cáceres y D. Elías Yanes, Arzobispo emérito de Zaragoza; representantes de los Movimientos de Acción Católica Española y de otros Movimientos laicales; representantes del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC) y Movimientos de Europa y de Latino-América.
En nuestro proceso de oración, reflexión y diálogo hemos tenidos presentes a nuestros compañeros, hombres y mujeres, que siguen padeciendo la injusticia, agravada por la actual crisis, de un mercado de trabajo convertido en una selva: a los parados, a los sin techo y excluidos; a los jóvenes sin esperanza; a los pensionistas y jubilados que viven con un salario de miseria; a las mujeres marginadas en el mundo del trabajo por su género y en muchos casos obligadas a renunciar a la maternidad o incluso a abortar, si desean que les renueven su contrato; también a las mujeres asesinadas, víctimas de la violencia machista, al ser consideradas como seres humanos de segunda categoría; a los precarios; a los que el sistema laboral les impide compartir trabajo y familia, trabajo y compromiso social, trabajo y formación, trabajo y descanso, trabajo y vida… Tenemos presentes a nuestros hermanos víctimas de los accidentes laborales, esa lacra que no se quiere erradicar, y a sus familiares. Recordamos a nuestros hermanos inmigrantes, a los que se han quedado sepultados en el mar y a los que comparten nuestros barrios y nuestras calles, muchos de ellos sin papeles, por lo que se les niegan sus derechos más básicos como personas; somos conscientes de que algún día se nos juzgará por la situación de hambre y miseria que padecen muchos países y que está en el origen de este éxodo humano.
La situación actual nos exige enfrentarnos al empobrecimiento que provoca el actual sistema de producción y consumo y a la deshumanización que genera la cultura dominante, que nos aleja de los empobrecidos y nos oculta la verdadera dimensión de la justicia.
Hemos compartido que el reto está en que la Iglesia, y la HOAC como Iglesia en el mundo obrero, seamos capaces de construir en nosotros y proponer, con humildad y firmeza, un proyecto de realización humana que responda al hombre y mujer de hoy, y que seamos capaces de acompañarlo en su construcción y desarrollo. Este proyecto de realización humana es Jesucristo, que se nos ha manifestado como “el camino, la verdad, y la vida” (Jn. 14, 6) de toda persona humana.
Nuestra experiencia de más de sesenta años como Iglesia al servicio de la evangelización del mundo obrero nos enseña que nuestro punto de partida debe ser la mística hoacista, como experiencia de Jesucristo en nuestra existencia obrera, porque la manera de pensar, sentir y actuar que genera en nosotros nos hace afrontar el empobrecimiento y la deshumanización.
Para vivir y desarrollar esta experiencia de Jesucristo en nuestra existencia obrera y hacer que se convierta en una manera de ser y hacer al servicio de la humanización y la comunión, hemos acordado tres grandes formas de vida y acción:
a) El cultivo de nuestra espiritualidad y nuestra formación, para dejar que Jesucristo siga configurando nuestras vidas y superar las conductas y apetencias con que la cultura consumista, hedonista e individualista intenta permanentemente ganarnos el corazón alejándonos de los pobres.
b) El cultivo de nuestra vida comunitaria. El proyecto de humanización desde Jesucristo nos demanda la necesidad de crear comunidades que lo desarrollen y acompañen a los militantes en su proyecto de vida. Sólo de este modo podremos realizar una verdadera encarnación en el mundo obrero empobrecido y convertirnos en referencia y testimonio de vida alternativa.
c) El desarrollo de un quehacer que sea apostólico y comunitario. La vida que Jesucristo nos ofrece la podremos construir y vivir respondiendo desde la gratuidad al amor que Él ha derramado en nosotros. Daremos esta repuesta poniendo el sufrimiento de los más pobres y débiles del mundo obrero en el centro de nuestra existencia. Seguiremos impulsando la acción de las organizaciones sindicales y sociales en favor de los colectivos obreros más precarios.
Damos gracias por el trabajo solidario y humanizador que muchas personas, grupos y organizaciones, creyentes y no creyentes, tanto en el ámbito local como en el global, siguen realizando en los más diversos campos y en las más diversas situaciones. Ello nos mueve a pensar que la esperanza sigue naciendo y floreciendo en el corazón humano. Nos alegramos también de la actuación que la Iglesia tenemos en este campo y damos gracias a Dios por ello. Todos somos necesarios en esta tarea, también el Movimiento Junior de AC, con el cuál nos solidarizamos en estos momentos. Como un gesto más, junto a todos éstos, y siendo conscientes de que no debemos dar como caridad lo que corresponde como justicia, hemos realizado una colecta económica cuyo importe pondremos a disposición de las organizaciones que trabajan con las víctimas de la crisis que padecemos.
Nos comprometemos a impulsar el trabajo de las organizaciones políticas, sindicales y ciudadanas y de todas las personas de buena voluntad en la construcción de formas de vida y de acción que pongan en el centro de su existencia y quehacer el amor y la justicia que los empobrecidos de todo el mundo reclaman y necesitan para construir su proyecto de humanización.
Continuaremos también animando la corresponsabilidad del laicado en la vida de la Iglesia, la Pastoral Obrera de toda la Iglesia y su opción evangélica por los empobrecidos.
Madrid, 16 de agosto de 2009
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