7 de junio de 2007

Vosotros sois alimento para el mundo.


Él les contestó: - «Dadles vosotros de comer.» Ellos replicaron: - «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.»

La comunidad cristiana no echa sus raíces sólo en la actividad de Jesús, no se queda en la pura acción humanitaria y humanizadora, ahonda su esencia y su ser en los acontecimientos más importantes de la expresión de Jesús y en la de Dios.

De hecho, es a la luz de estos acontecimientos cuando los primeros discípulos se despiertan del letargo y comienzan a comprender que lo de Jesús era otra cosa más que una mera liberación humana o una mera forma de vida. Dios está por detrás de todo, el plazo y la promesa de Dios se han cumplido definitivamente, el contrato, por su parte está ya realizado, sólo queda la respuesta del ser humano de todos los tiempos para que sea válido y definitivo por ambas partes. Dios ha cumplido su parte.

Ver a un hombre como persona no es sólo mirarlo, sino admirarlo; sorprenderse por la originalidad y hondura de ese ser único; descifrar es sus rasgos y captar en su interpelación la presencia viviente de Dios; responder a esa interpelación con un acto de confianza y disponibilidad. Por eso, mirar a la persona desde una perspectiva cristiana, es ya en sí una confesión de fe.

Hoy reflexionamos sobre el Cuerpo de Cristo y no podemos dejar de reparar en cada uno de sus miembros. Si somos conscientes de ello, se nos verá como tal cuerpo.

Pero el misterio del cuerpo de Cristo es que alimenta realmente y “Somos” como Iglesia ese Cuerpo de Cristo que hoy también recibe el mensaje de Jesús: Dadles vosotros de comer

En este mundo hambriento… somos el alimento para el mundo.

Un abrazote desde la Delegación de Apostolado Seglar.

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